El 30 de abril celebraron el Día de la Convivencia Escolar.

"El conjunto de todos es lo que somos como liceo, conozcámonos". Así versa un cartel que cuelga del segundo piso y que se mece sobre la cabeza del encargado del programa de prevención de alcohol y drogas de la municipalidad, cuyo stand colinda con el de las Juventudes Comunistas y más allá limita con el de las "Putas Babilónicas", un colectivo que lucha por "barrer las desigualdades y ataques latentes de los que son protagonistas el machismo y el orden patriarcal", tal como consigna su volante promocional. Basta escuchar unos segundos a sus representantes para descubrir que detrás de sus labios pintados hay una ideología profunda, coherente y movilizadora. Al igual que aquélla que inspira a un grupo de adolescentes que, con biblia en mano, hablan de la redención y del amor de Dios.

Tras unos minutos de observación, el aparente caos se torna en armonía: una que diluye el prejuicio de que la juventud no tiene sueños. Aquí hay miles y conviven sin problema. Así lo refleja un muchacho que lucha por concentrarse en su rutina de malabarismo circense, mientras a su espalda el sonido de la batería de una banda rock contagia con su ritmo a gran parte de la concurrencia.

Mi incomodidad inicial, al no entender bien qué pasa en este lugar, da paso a una profunda admiración por la libertad, la energía y la honestidad adolescente que recorre - sin tapujos - los centenarios pasillos del Lastarria.

En medio de la vorágine me topo con el rostro sonriente de Malva Venegas, la directora del liceo. Con su mano me señala el cartel con el lema de la jornada, mientras afirma: "esta es una invitación a conocernos, porque en la medida que uno conoce al otro y sabe sus intereses, los respeta, los valora y por ende convive mejor".

Resulta lógico entonces, que esta sea la forma en que los "Lastarrinos" celebren el día de la convivencia escolar, un evento que es replicado en cada uno de los establecimientos de educación municipal de Providencia.

Luisa Guajardo, encargada del programa de convivencia escolar, está convencida de que cuando "los chiquillos tienen claro lo que les gusta, participan en un ambiente de tolerancia en el que se puede tratar cualquier tema". Y vaya que tiene sentido su reflexión en un recinto donde comparten diariamente más de 2.800 almas.

Sebastián Romero, estudiante de tercero medio y principal artífice estudiantil de la Feria de la Diversidad, está orgulloso de la convocatoria. Explica que "por parte de los coordinadores y relacionadores públicos de los colectivos y talleres dentro del liceo hay un gran entusiasmo". De eso da cuenta el hecho de que en 2013 solo hubo 9 stands y este año hay más de 30.

Me pregunto cuándo y cómo volverá la calma a este agitado patio una vez que se termine el evento. Todos se irán a casa, pero cuando regresen a clases, todavía estará en el aire esa agradable sensación de que en este colegio fiscal hay espacio para todos... Sin duda, un valor esencial de la educación pública inclusiva y de calidad que soñamos para Providencia y para Chile.